ENTRE REGALOS Y REVANCHAS

Los regalos deben alegrarnos, tanto al que los recibe como al que los suministra. Algunos son costumbre según la fecha (por no llamarlos obligación), mientras otros son verdaderas sorpresas. Unos se realizan esperando alegrar y halagar a un ser que apreciamos sin esperar nada a cambio, mientras que otros esperamos la revancha.
Hay personas que nos regalan algo sin nosotros solicitarlo y sin esperarlo. A la entrada de algunos monumentos históricos podemos encontrar personas entregando una rosa a los que se dignan en aceptarla. No solicitan nada a cambio y como por arte de magia desaparecen de nuestra vista. Un lindo gesto, una alegría, un detalle… en un mundo tan ajetreado como el que vivimos debemos agradecer a estas personas que hacen esto sin solicitar nada a cambio. Y precisamente ahí está el detalle. Al salir de la visita al antiguo edificio nos encontramos nuevamente con la persona que nos dio la alegría con su mano extendida… no pide nada, sólo solicita la revancha.
Regalar la rosa no es la verdadera intención, la idea es que sintamos la necesidad de devolver el favor cuando le volvamos a encontrar unos minutos más tarde. Nos da pena devolver la flor y terminamos pagando por ella.
¿Estamos usando nuestros regalos de la misma forma? Mi pregunta no es para sentirnos mal, sólo quiero que analice si espera que alguien le regale de acuerdo a lo que usted regaló, léase frecuencia e intensidad. Un día en un seminario una participante me explicó que cuando viajaba al interior del país compraba galletitas de un lugar muy exclusivo para regalar. “Ay de aquel que viaje y no me traiga”. Ya se puede imaginar en que gaveta puede entrar este tipo de regalos: ¿Por agradar o por conseguir reciprocidad? Para mí fue claro que se busca una revancha.
Las costumbres también van cambiando; lo que antes era un agrado ahora puede sentirse como una obligación, lo que muchas veces pudo ser un presente hecho por nosotros mismos y que no costara mucho, se puede convertir en un gasto sin sentido pero obligatorio.
Agradar a personas con una flor recolectada en el camino a la visita hoy se convierte en un arreglo floral. Un presente a los niños que visitábamos es hoy un regalo que puede pasar a ser de envergadura, como un juego para la consola. En conclusión, la evolución financiera de la sociedad ha puesto la costumbre más cara.
Otro problema son los regalos de poca utilidad. La obligación a regalar y la posibilidad de comprarnos lo que necesitamos son factores que han llevado a recibir cosas que no nos sirven para nada: Ropa o adornos que no son de nuestro gusto, utensilios sin utilidad para nosotros, cosas que ya tenemos, etc. Las críticas a esos bien intencionados regalos comienzan a generarse en nuestras mentes desde que vemos lo que es… en muchos casos las personas ya comienzan a criticar desde que saben que le regalarán algo. Algunas personas le encuentran utilidad; sí, regalándolo más adelante.
Mi filosofía es encontrar regalos que sean de utilidad. En el peor de los casos regalo un cupón o vale de alguna tienda en que la persona escoja algo que le cubra alguna necesidad. Un regalo hecho por mí, como un pequeño video o un álbum de fotos lo considero mejor que algo que no será conservado, usado ni verdaderamente agradecido. Así mismo no espero nunca regalos, los minutos que me dan mis seres queridos son mucho más valiosos.
FRASE DE LA SEMANA
“Un regalo cumple su objetivo cuando agrada y cubre necesidades reales.”
Diego A. Sosa

Escritor, Consultor, Coach y Conferencista

Deja una respuesta