DIFERENCIAS ENTRE PAPÁ Y PAPI

En la semana que pasó me llegaron dos escritos interesantes sobre el pensamiento de unas generaciones con respecto a las demás. El primero se refería a cómo cambió la sociedad cuando dejó de decirle al padre papá y comenzó a decirle papi. En resumen, quería demostrar que el “papá” imprimía respeto mientras que el “papi” es un blandengue. El papá se sentaba primero a la mesa y todo el mundo en la casa esperaba su actuación para tener permiso. El papi no tiene ni voz ni voto, decía el escrito, y sólo puede aceptar lo que sus hijos dicen.

El segundo escrito explicaba como un joven le preguntó a un señor mayor (supongo que tendría unos 15 años más que él) cómo hacían para vivir en su tiempo sin todas las modernidades que ellos sí tienen desde que nacen. El señor le respondió que es cierto que no las tenían, por eso se dedicaron a crearlas… ¿Qué están haciendo ustedes por la generación que viene?

La propagación de estas teorías me lleva a filosofar sobre cómo se están sintiendo aplastadas las generaciones de los setenta hacia atrás. Nos sentimos identificados con este tipo de escritos porque vemos los cambios y quizá no los queremos compartir. Los jóvenes actúan diferente que nosotros en nuestra época y no nos tratan como tratamos nosotros a nuestros padres.

La noticia que les tengo es que el mundo de hace 30 años era otro. Si no nos subimos en el tren, no será posible llegar a la próxima estación. La vida es otra y cada uno decide si será parte de esa sociedad o no.

Los papás que hablaban fuerte y todo el mundo oía (inclusive la mujer, que no tenía ni voz ni voto) ya no caben. Esos padres que a golpes hacían entrar a los hijos, y a la mujer, en su carril, ya no funcionan. Esos papás nunca fueron respetados… eran temidos. No infundían respeto, implantaban el terror. Todos sabemos que los hijos de esos papás sufrían su juventud y muchos quedaron frustrados, tan frustrados que se convirtieron en papis del otro extremo… de los que ahora son dominados por los hijos.

La crianza en la era de la comunicación se hace con comunicación, precisamente. El papi tiene sentimientos y los expresa, los disfruta. Va con su hija a ver su presentación de ballet y con su hijo al juego de fútbol. Su hija le comenta de su nuevo novio y su hijo le pide consejos para conquistar una chica. El papi es el moderno, el que se gana el respeto sin implantar terror. El papi moderno es admirado por sus hijos y por los amigos de sus hijos. Ese es el papi que debemos perseguir ser. Ese es el papi que funcionará en los próximos años, el que podrá orientar a sus hijos en un mundo diferente, no difícil como los que le tienen miedo le llaman.

Los jóvenes no ven el valor de los viejos porque nos oponemos a sus actuaciones y pensamientos. Tenemos debilidades o cosas que no sabemos, sólo reconociéndolo podremos conseguir el respeto que esperamos… pero para eso tendremos que respetarlos a ellos. Los jóvenes saben muchísimas cosas que nosotros no sabemos, como nosotros sabíamos cosas que nuestros padres no sabían. Sólo cuando ellos lo reconocieron, sentimos que nos respetaban y la comunicación se convirtió en doble vía.

Tenemos mucho para enseñarles, y mucho que aprender de ellos. Sólo entendiendo esta carretera conseguiremos una mejor relación con nuestros jóvenes. Si nos quejamos de ellos, tenemos que buscar en nosotros… porque ¿sabe quién los orientó? Nosotros. Sí, les dimos la vida, fuimos sus padres y maestros… si algo anda mal, tenemos parte de la responsabilidad. Y lo mejor de tener parte de la responsabilidad es que tenemos el poder de mejorarlo. Si cedemos la responsabilidad, cedemos el poder.

“La sociedad daña”, siempre escucho. “Nosotros somos la sociedad”… siempre respondo.

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“El adulto que no evoluciona se convierte en un viejo; hago todo por llegar mejor a ser un anciano.”
Diego A. Sosa
Escritor, Coach, Consultor y Conferencista dominicano

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