EL LAMENTO COMO HERRAMIENTA DE AUTOTORTURA

Recientes estudios han encontrado que muchas personas se lamentan demasiado de lo que decidieron no hacer. Muchos me dicen que o siempre es cuestión de decisión propia; les digo que de esas también se lamentan en demasía.
Me concentraré en las que nosotros tomamos la decisión, para eso tengo que explicarle que pienso que cuando no es por una razón real de no poder sigo considerando que es una decisión propia. Por ejemplo: La falta de dinero para un viaje es una imposibilidad… la decisión de no ahorrar para lograrlo no. Quizá el viaje que desea nunca estará a su alcance, sólo ahí sería imposible, aunque sé que alguno está pensando que nunca es imposible… ¿ve qué enmarañado el tema!
Nuestro cerebro es complejo y si no lo entendemos se hace complicado lidiar con él. Vivimos evitando penas, pero nos la pasamos construyendo lamentos. Si tiene dos opciones, de seguro tomará una (algunos toman una tercera, no tomar ninguna… por lo regula es la peor). La que no tome no podrá comprobar nunca si era la mejor opción. Sin embargo, nuestro cerebro tiende a ocuparse con esa opción, mucho más si no quedamos contentos con el resultado del camino tomado. Algunas personas son profesionales en pensar que el trecho elegido era peor que el desechado.
La decisión es personal. Quizá nos de trabajo pensar que lo que pudo ser no importa en lo más mínimo porque nunca será, pero es lo único que en realidad debe interesar de esa especulación sin futuro. La autotortura constante de lamentarnos por cosas que decidimos no hacer, insisto que fue una decisión, nos lleva a un estado de infelicidad que no nos merecemos.
El lamento es dañino, le entrega el poder de nuestro presente al pasado, estado que no tiene la mínima posibilidad de cambiar nuestro futuro. Pero es nuestro cerebro que está condicionado para actuar de esa forma.
Uno de los comportamientos asertivos de las personas felices es abandonar la especulación de lo que pudo ser de haber hecho alguna cosa diferente en su pasado. Me refiero a los individuos realmente felices, no a los que usan sustancias para abandonar su realidad o a los que disimulan algo que no están sintiendo para aparentar ante su público en el teatro de la vida real.
Autotorturarse es una buena opción para que los demás le tengan pena, quizá consiga algo en alguna negociación por la lástima que irradia, pero la realidad es que se despedaza lentamente y día a día con mordidas propias.
Mi filosofía de vida es que una vez tomada la decisión llega el momento de responsabilizarme por la felicidad del presente. Quejarme no cambia nada, mejor disfruto lo que ya tengo, le aseguro que es la mejor elección, es la que ya elegí, la única que tengo.
FRASE DE LA SEMANA
“Ante una situación hay decenas de opciones, siempre la mejor es la que decido tomar: Mi decisión”
Diego A. Sosa
Coach, Escritor, Consultor y Conferencista

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