LA REGLA DE LA QUIEBRA

En algunos países no podemos hablar de “ley de quiebra personal” ya que no existe como tal. Cuando no podemos pagar siempre ha habido sanciones a futuro. Las consecuencias pueden ser terribles; lamentablemente, pocos las toman en cuenta al momento de construir su reputación financiera.
Los países que tienen “ley de quiebra personal” buscan proteger a los individuos de una bancarrota irrecuperable. La idea es que cuando alguien no tenga posibilidades de pagar sus compromisos asumidos pueda acogerse a la ley en cuestión y un procedimiento largo y doloroso le ayuda a volver a iniciar.
Los acreedores tienen que conformarse con lo que le toque de los bienes que se puedan recuperar. O sea, se nombra a un liquidador que se encarga de convertir en dinero todo lo que la persona tenga. Luego, acuerda con los acreedores y reparte. Por lo general, no queda nada para repartir, la mayoría de las personas se aprovechan y no dejan nada a su nombre. Además, toman todos los créditos posibles y llenan sus tarjetas al máximo antes de comenzar el proceso. Es lamentable que se le saque provecho a una situación tan calamitosa.
Después de unos años, en algunos países siete, la persona puede recomenzar su vida financiera libre de deudas. Durante el período que dura la quiebra es organizado por el liquidador y supervisan sus entradas y egresos. Es un tiempo que para una persona con escrúpulos resulta denigrante, por lo que huye tanto a entrar en ese proceso.
Los países que no cuentan con dicha ley se rigen por reglas claras que fueron institucionalizadas desde los tiempos de la antigua Babilonia, es obvio que con instrumentos modernos de control.
Anteriormente, les preguntábamos a los negociantes del barrio, pueblo o ciudad por la reputación financiera de una persona. Hoy existen las oficinas de imagen crediticia. Una simple consulta al sistema nos dice mucho más de lo que una persona chismosa o un comerciante engañado nos podía contar hace poco más de una década.
No habernos declarado en quiebra no nos salva de que algunos consideren que estamos quebrados. Cualquiera lo puede interpretar al ver que tenemos atrasos en pagos de responsabilidades adquiridas, como son pago de servicios básicos (teléfono, energía, etc.), tarjetas de crédito, préstamos de consumo o hipotecario, entre otros. De la misma forma, se observa el monto que debemos; con esa información sabremos si la persona está sobreendeudada para huir de otorgarle más crédito.
Una aclaración, a nosotros no nos “entran” en las oficinas de crédito; con tener identificación oficial ya estamos empadronados y, por ende, también estamos en listados en las oficinas antes mencionadas. Somos los responsables de alimentar la data, simplemente teniendo actividad crediticia. Las empresas asociadas al sistema sólo pasan nuestra data.
Claro que también se cometen errores, por lo que es recomendable ver por lo menos una vez al año nuestro historial por si algo no anda como debería, ya sea porque no lo sabemos o por faltas cometidas al introducir los datos. En ocasiones también hemos servido de garantes de una manera u otra y puede que estemos pagando con nuestra imagen de crédito los descuidos de otros.
Llegar a una situación de quiebra en imagen es más doloroso que acogerse a la ley de quiebras… debemos cuidarnos.
FRASE DE LA SEMANA
“Más vale crédito bueno en mano que promesas de mejoría de comportamiento financiero.”
Diego A. Sosa
Consultor, Coach, Conferencista y Escritor

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