Una vez pasa el disfrute, es hora de hacerse cargo de las cuentas… aunque se sienta que será cuesta arriba. Mi sugerencia: Mientras más temprano, mejor.
¿Recuerdas la sabiduría que dice: “Un gustazo, un trancazo”? Pues es hora de afrontar las consecuencias:
- Lista los compromisos: Todo, no solo los gastos de la Semana Mayor, sino todo lo que tendrás que hacerle frente hasta el 31 de mayo. Una tabla con los montos de cada gasto que tendrás y la fecha para asumirlo será suficiente. Lo que sea con una tarjeta de crédito solo será un compromiso, no varios. Ahora lo puedes organizar por fecha de pago.
- Lista los ingresos: Como tienes listados los pagos por fecha, puedes intercalar una línea con el ingreso. Si por ejemplo recibirás un pago el 20 de abril, lo colocas antes de los pagos que están después de ese día.
- Suma y resta: No es hora de hacer malabares, suma lo que debes por un lado y réstaselo a lo que recibirás. Si la ecuación es negativa, es hora ya de buscar los recursos. Quizá un préstamo personal es la solución, antes de tener que financiar las tarjetas de crédito… que es lo más común que veo hacer.
- Asigna el pago: A cada compromiso ponle de dónde saldrá el pago. Como cuentas con un ingreso en una fecha específica, con ese dinero atacarás todos los compromisos que llegan después de él. Si hace falta dinero para un período específico, revisa las posibilidades de usar ahorros. Si no los tienes, un préstamo personal puede ser la solución… nunca el financiamiento de la tarjeta de crédito, sería demasiado caro y un típico inicio de una espiral de deudas sin fin.
Estoy asumiendo que tienes buen crédito, porque de no ser así no había posibilidad de hacer desarreglos en Semana Santa.
Si de todas maneras no tienes cómo tomar prestado, entonces es hora de vender algo y tomar resoluciones definitivas para dejar de estar pagando intereses que no adquieren nada.
Por último: Quién se dio el gustazo y le toca vivir el trancazo, lo mejor es que se tranque por un tiempo… para que pueda volver a darse gustazos, pero sin tener que aguantar trancazos.