EL REGALITISMO ES BONITO, PERO SALE CARO

Recibir un regalo se ha convertido en nuestra época en una inyección natural de dopamina

Si decimos que el dinero no alcanza: ¿por qué regalamos? Y me voy más profundo: ¿qué hacemos con los regalos recibidos?

En una sociedad donde una gran parte de las personas se queja del bajo ingreso, no deberíamos estar haciendo regalos que no tengan una utilidad determinada para la persona que los recibe. Sí buscar nuestro bienestar y el de la sociedad, como detallo por extenso en mi libro Arco Iris Financiero.

Veo cómo hay gente que no quiere abrir completamente el regalo recibido, por si lo puede regalar más adelante. Mientras que conozco personas que si le regalan una pieza de vestir, de inmediato se la ponen.

¿Por qué regalamos?

Es una costumbre, ni siquiera sabemos de dónde viene ni las razones que la hicieron iniciar, aunque hay vestigios que nos llevan a las épocas antiguas de Roma y Grecia. Así celebraban acuerdos comerciales o recibían a los héroes de guerra.

Como vemos, se daba una recompensa o se le suplía a alguien de lo que iba a necesitar.

¿Por qué seguimos regalando?

Recibir un presente se ha convertido en nuestra época en una inyección natural de dopamina. Estamos viviendo una época que las recompensas son el gran motivo de hacer cualquier cosa. El centro de las recompensas, en nuestro cerebro, comanda una gran parte de nuestras acciones. Un regalo se convierte en una alegría. La queremos dar y recibir.

¿Qué pasa si no regalo?

Aunque muchas veces lo regalado no tiene un gran significado a mi vida, el no regalo puede tener dimensiones catastróficas. Hasta podrían sacarme de un círculo específico, perdiendo la membresía en dicha manada.

¿Qué regalo se espera?

El condicionamiento es variado. Depende entre varias cosas de: la persona que lo recibirá, la relación entre los involucrados, quién regalará, la ocasión, la reputación del regalador y el condicionamiento social.

Veamos: Alguien que tenga buenos ingresos espera algo de utilidad a su nivel, y nosotros sabemos que para cubrir las expectativas debemos gastar de acuerdo a ellas. Si el regalo viene de alguien que aparenta tener buenos ingresos, ¿sabes lo que se espera? No es lo mismo un regalo de cumpleaños que una boda. Si alguien crea una reputación de buen regalador, todos suben la expectativa. Si en un grupo se hacen buenos regalos, ya sabrás lo que te toca.

¿Debemos llevarnos de esos factores?

Depende de lo que prima en nuestra vida. Si el dinero no es una variable a tomar en cuenta, quizá llevarnos de todos esos factores sea la solución al momento de elegir el presente. Pero de no ser así, estamos obligados a decidir por el objetivo que nos pongamos en la vida.

¿Qué buscamos hoy al regalar?

De aquí dependerá mi comportamiento regalero. Hacer correr dopaminas, cumplir un rol social o ayudar a alguien en un momento de necesidad son los objetivos principales. Elegir de acuerdo a lo que decidimos es la clave. Utilidad o sorpresa positiva son quizá los factores determinantes.

En conclusión:

El problema de cumplir un rol social es que este condiciona el monto del regalo. Y si la frecuencia es alta, tendremos que gastar más de lo que sería razonable.

Llegar al punto de equilibrio no es fácil, nunca nos verán como equilibrados, sino como avaros. Si esto me preocupara debería volver a ver mi participación en ese ajedrez social que hoy se vive. De lo contrario, me terminará faltando dinero para lo que sí he definido como importante en mi vida: como una vivienda propia, viajar con la familia, no tener deudas improductivas, poseer ahorros, crear un futuro promisorio, no tener estrés financiero, etc.

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