–¡Voy a morir de estrés! –me dijo una amiga en estos días. Nos encontramos en el supermercado y quería mi consejo para no “morir en el camino”.
–¿Cuál de tus libros es el que me va a ayudar con este tema?
–Migomismo –le respondí con tranquilidad.
Mi amiga trabaja a tiempo completo y es madre… también a tiempo completo. Es la administradora del hogar y todo lo demás que incluye la vida de la mujer moderna.
Al explicarle que el estrés no es malo, sino una función natural del cuerpo. Me observó acentuando todas su líneas de expresión.
Los que creen que el estrés es malo lo reciben como tal y tienen más problemas circulatorios que los que lo perciben como parte del funcionamiento natural.
La naturaleza nos dotó de cortisol, él nos prepara para la pelea o la huida. Esta hormona se libera para ponernos atentos y poder utilizar todas las energías que tenemos disponibles en momentos explosivos. Lo malo es vivir en ese estado de tensión.
Cuando me toca salir a un escenario con miles de personas enfrente, por ejemplo, me sería imposible lograr mi máxima concentración y recolectar toda la energía necesaria si no tuviera estrés. O sea, cortisol corriendo por mi flujo escarlata.
Energizarme al máximo lo logro con el estrés. Al terminar mi presentación sigo con estrés. El momento que debo reconocer es cuando ya no necesitaré el estrés, en ese instante comienzo a desconstruirlo.
No quiero hablar, me recojo, nada de redes sociales ni trabajo: Es la hora de permitir que el cortisol salga del aparato circulatorio.
Si al salir de una presentación tengo la posibilidad de compartir con amigos, trato de no hacerlo. Prefiero días menos intensos, así cambio algunas hormonas y con muy poco estrés puedo seguir adelante.
Lo que le pasa a la gran mayoría de las personas que toman el estrés como un mal compañero, es que al salir de un día de trabajo rico en tensión no toman el tiempo de desconectar esa parte, no escuchan música, sino noticias, por ejemplo.
Puede ser que su pareja o sus hijos estén con un poquito de estrés, si llega peleando todos se llenarán de cortisol y se prepararán para la gran pelea. ¿Qué piensa que pasará si nos dejamos contagiar de la buena vibra de los demás?