Cuando el cerebro reconoce una situación de peligro libera un coctel de hormonas que nos prepara para huir o pelear. Una de las hormonas más cotizadas en ese momento es el cortisol, no en vano se le ha llamado la hormona del estrés.
La vida ha cambiado con la evolución de la sociedad, pero nuestro cerebro sigue preparándonos para la situación huir/pelear. La famosa hormona corre por las venas y nos pone en atención constante. Ahora tenemos más escenarios que disparan el recorrido del cortisol y menos momentos de tranquilidad para recogerla. Anteriormente una situación de peligro duraba segundos, quizá minutos… hoy vivimos en atención permanente.
A continuación, algunos factores y mis recomendaciones:
El dinero: No conseguir suficiente dinero nos pone en alerta. El temor a perder el empleo o que el dinero no alcance para pagar la tarjeta de crédito o algún otro compromiso hace que la situación nos prepare para la batalla. Lo malo es que no tomamos la decisión de poner bajo control la situación. Si nuestro manejo con el dinero no nos ha llevado a una tranquilidad, entonces es el método lo que tenemos que cambiar. En mis coaching financieros veo como la gente vive estresada no importando el monto que ganen. La filosofía financiera es lo único que hará que el dinero no sea una causa de constante estrés… como detallo en mi libro Arco Iris Financiero.
Las relaciones interpersonales: Rodearnos de gente que nos causa estrés es una de las peores decisiones que podemos tomar. A menos que logremos desactivarnos, esas relaciones terminarán cambiándonos el humor y hasta nos pareceremos a ellos. Círculos de gente que sólo comparte problemas,
pocas veces trae alegrías. Aquellos que ven problemas por todos lados, hasta en los buenos momentos encuentran puntos negativos o un futuro incierto. Algunos círculos son obligatorios, no elegimos a los compañeros de trabajo, estudio ni los familiares; lo importante es reducir el efecto que provocan en nosotros y evitarlos siempre que se pueda. Fomentemos y repitamos las relaciones que nos aportan. Grupos de personas que les gusta lo que nos gusta, los que saben cosas que nos gustaría saber, los que tienen conversaciones que nos gusta escuchar, etc. Es una pena que nos dejamos convencer de estar más en los grupos que comparten penas que en aquellos que nos generan alegrías.
No sentirnos en control: Tener miedo a no poder controlar la situación causa mucho estrés. Existen dos vertientes: La primera, ¿no podemos hacer nada? Es hora de esperar a que las cosas pasen, y si es posible, tener un plan de contingencia… no podremos parar un terremoto, entonces no debemos estresarnos por la posibilidad de que llegue. La segunda, ¿podemos hacer algo para estar en control? Entonces lo hacemos y no nos estresamos. Las personas controladoras sufren demasiado de estrés… pienso que se puede imaginar mi consejo para ellos.
La filosofía de vida errada: Casi todo nace de aquí, una filosofía de vida que nos pasea por un estrés constante: Nos preocupamos de cosas que nunca acontecerán; odiamos el trabajo que elegimos, hasta llegamos a odiar trabajar; no hacemos lo que nos divierte o nos gusta; le damos más importancia a conseguir algo que a disfrutar lo que ya tenemos; vivimos el futuro por adelantado; no disfrutamos cada día que nos regalan; no recordamos el pasado positivo; nos quejamos demasiado de lo que no podemos o estamos en disposición de cambiar; hacemos poco para cambiar lo que nos molesta; etc. En mi libro ¡Alcanza la Cumbre! detallo la filosofía de vida que llevo, buscando que cada quien decida hacer la suya, influenciando sólo con el hecho de tener la mía, no tratando de que sean como yo.
FRASE DE LA SEMANA
“Vivir sin estrés depende más de mí que de mi exterior”
Diego A. Sosa
Coach, Conferencista, Consultor y Escritor