CRECER OR NOT TO BE

Un dilema universal. Quedarnos retardados en la vida profesional no es negociable, abandonar la vida de hogar tampoco. El tiempo es limitado. El dinero suele depender de la cantidad e intensidad del trabajo. Nuestro cuerpo no puede ser atendido si le damos el tiempo a la familia y al trabajo. Las relaciones son cada día más y, por ende, traen complicaciones. ¿Cómo dominar las emociones que todo esto acarrea?

Un ser humano tiene que atoar con todas estas variantes. La mayoría decide por unas pocas y las otras las deja de lado… quizá pensando en atenderlas en otra época de su vida. No pienso que sea por no poner prioridades, sino por una falta de claridad en estos conceptos y de planificación. Crecer en todos los sentidos es lo ideal y equilibrarlos es lo esencial para una vida plena.

Podríamos solicitar más tiempo al presidente o al Ser Divino, pero si el día comienza a tener 27 horas es momento de preocuparse. El dinero no compra tiempo ni relaciones que nos hagan felices. Por más que trabajemos, las otras partes de nuestra vida deben estar sujetas a cuidados especiales. Cuando nos pasamos doce horas trabajando, nuestras emociones positivas deciden esconderse y las negativas se colocan en primera fila.

El dinero no hará que nos enojemos menos ni que las sonrisas salgan con más frecuencia. El poco dinero tampoco lo conseguirá. ¿Cuánto es lo justo? Alcanzar el equilibrio es muy subjetivo. Al inicio de nuestra carrera necesitaremos trabajar más tiempo y más duro, haciendo sacrificios de tiempo y de emociones positivas, así sembramos para recoger la cosecha en pocos años. Una buena carrera para los hijos, un buen colchón para el retiro… Todo eso es esencial para una vida futura. Pero… ¿y el presente? ¿Vale la pena construir un gran futuro cuando nos perdemos el presente, el crecimiento de nuestros hijos y el mejor tiempo de nuestra relación?

Las emociones positivas hay que vivirlas día a día. No importa de cuánto tiempo dispongamos o cuánto dinero ingresemos. Las primeras palabras de nuestros hijos, el primer día en la escuela, el primer torneo de fútbol, el último día en el colegio, un día cualquiera en la clase de ballet… ¿Cuántos momentos más queremos perdernos por construir dinero? Un amanecer, un atardecer, una luna llena, un paseo por la arena, un fin de semana en pareja, la lectura de un buen libro, una obra de teatro… ¿Cuántas emociones positivas más queremos desperdiciar?

Podemos construir mejores relaciones dedicando tiempo a ellas, tomándolo del que usamos para ganar dinero. El tiempo es un recurso no renovable; es indispensable asignarlo a lo que decidamos será prioritario para lo que definimos más importante en nuestra vida. ¿Qué es lo más importante? ¿Felicidad, futuro, presente, familia? Quizá todos… por eso es tan necesario hacer crecer todas las áreas mencionadas de manera equilibrada.

Este tema está por extenso en mi libro:

–Tú eres la Estrella

FRASE DE LA SEMANA

“Vivir el presente sin pensar en el futuro es una irresponsabilidad; pero vivir el presente sólo pensando en el futuro es un desperdicio.”

Diego A. Sosa

Consultor, Coach, Conferencista y Escritor

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