Cuida tu hotel

Le llamo mi hotel al lugar donde viviré el resto de mi vida, mi cuerpo.

Hace un par de años tuve una satisfacción enorme. Mi hijo, de veinte años en ese momento, comenzó a jugar baloncesto, uno de mis deportes. Él había jugado fútbol al igual que el otro de mis vástagos y practicó atletismo. Como para complacer a su padre se motivó por un deporte que yo solía jugar.

Sus vacaciones de la universidad las pasó en casa y jugamos casi todos los días. Mi hotel pasó por varias etapas después de dos décadas sin jugar.

Naturalmente que correr detrás de un joven de su edad dejó rastros en mi estructura:

Cada día terminaba con algunos dolores. Pero lo más lindo era al día siguiente. Salir de la cama solía ser un proceso interesante. Los dolores musculares por haber utilizado músculos que hacía tiempo no se usaban con esa intensidad (lo que le llaman agujetas) me resultaba una tortura. Más fuerte era bajar las escaleras… descubría cada día nuevos músculos en mis extremidades inferiores.

Tuve que aumentar la ingesta de comida. Sin darme cuenta estaba comiendo más y todo lo que antes evitaba ya no tenía fuerza de voluntad. Mi cerebro me ordenaba comer más. Lo interesante fue que al pesarme, lo hago todos los días, me daba cuenta que no me estaba haciendo ningún efecto el comer más. Tantos años echándole la culpa a la edad de todo el incremento de peso y ahora me daba cuenta que mi inactividad era la mayor responsable.

El riesgo a lesionarme era cada día mayor. Mi hijo se llegó a enojar porque dice que mientras mejor él juega más difícil le resulta ganarme. Es que yo también voy mejorando mi condición física. Las pausas entre juegos eran menos y más cortas. Administraba menos mis fuerzas por tener cada día más. Noté como me arriesgaba más con movimientos más rápidos y repentinos, lo que al inicio era impensable, por lo que no los intentaba.

Después de casi dos meses intensivos noté que levantarme no me resultaba doloroso, bajaba las escaleras casi corriendo, al terminar los juegos me reintegraba a mis actividades sin necesidades de descansos, además de estar jugando el doble de tiempo… y mucho más. Hacer deportes nuevamente me llevó a tener un hotel con mejor mantenimiento. ¿Se atreve a mejorar su hotel?

Deja una respuesta