Muchas veces nos encontramos frente a una tarea y nos damos cuenta de que no podremos hacerla sin antes aprender o conseguir algunas cosas esenciales para su ejecución. Pensamos: “Es una tarea difícil”. En cambio, si tenemos todo a mano y los conocimientos suficientes, la tarea la consideramos “fácil”.
Por lo que vemos, decir que algo es difícil es declarar nuestra parcial incapacidad para realizarlo con las herramientas y conocimientos que tenemos a mano en un determinado momento.
Arreglar un lavamanos con problemas de goteo es para mí algo que puede ser muy complicado; quizá lo intente, pero es muy probable que tenga que llamar a un plomero finalmente, no sin antes haber inundado el baño o haber dejado la casa sin agua. Para mí es “difícil”, pero para el profesional de las cañerías será “muy fácil”.
No quiero que confundamos la complejidad de una tarea con la incapacidad de una persona para realizarla. Una tarea larga o delicada no es difícil, es extensa y compleja.
Pensar que algo es difícil es sentirse incapacitado para realizarlo. Podemos llegar al punto de decir: “Eso no se puede”. Y entonces comienzan los verdaderos problemas. Convencernos de que se puede es más complicado que realmente realizar la tarea.
No digo que todo se pueda, pero la verdadera frase que escucho cuando alguien dice “no se puede”, es “yo no puedo”. De la misma forma, cuando escucho “es difícil”, entiendo “no me siento capacitado para realizarlo”.
Por un lado, quiero que entendamos lo que decimos de nuestra capacidad cuando nos expresamos de esta manera. Le motivo a que no se declare impotente ante un cliente o ante sus superiores. Por el otro lado, quiero que nos escuchemos a nosotros cuando nos negamos una capacidad o posibilidad de aprender o crear experiencias.
No considero que debemos que saberlo todo; yo intenté saber lo básico de plomería, pero me declaré incapaz después de varios intentos. Eso me ayuda a resolver los problemas de la manera más efectiva: llamando a quien sabe hacerlo. No le niego que en ocasiones llamo a alguien y me dice, “eso es difícil”, entonces sé que debo llamar a otro que sí sepa hacerlo. Ya sé, algunos lo dicen para cobrarme más, pero sus gestos lo delatan… recuerde, para hablar mentiras hay que saber mentir con todo el cuerpo… principalmente, con las mímicas.
Cuando pienso que algo es difícil tomo actitudes diferentes a cuando sé hacer las cosas. Pienso qué necesito y busco la forma de aprender. ¿Será difícil la próxima vez que se me presente? Seguro que no. Entonces la tarea no es difícil para mí. Quiero dejar asentado que cada tarea difícil nos da la oportunidad de aprender. Debemos pasar del estado de “no saber” a “sí saber” y no al estado de “no se puede”.
Diego A. Sosa