¿Nacemos o nos hacemos?

Hace unos días un familiar me dijo: “Tus hijos heredaron tu carácter”. Quería dejarme dicho que en parte de su comportamiento eran muy parecidos a mí. Siempre escuchamos aseveraciones como éstas y hasta buscamos culpables del traspaso de material genético.

El que tiene un hijo que tiende a reaccionar agresivamente buscará algún responsable de ese gen en la familia de su pareja… claro, lo malo siempre está del otro lado del río.

Hasta no hace tanto tiempo la discusión era clara: algunos decían que el responsable de nuestro comportamiento es el paquete genético adquirido al nacer, otros aseguraban que es el ambiente en que nos criamos.

El primero grupo estaba claro en que lo que vemos como personalidad es un conjunto de reacciones que son genéticamente dirigidas. O sea, si la genética no acciona, no veremos un ataque de rabia.

Por el lado del segundo grupo, éstos estaban claros en que se necesita un detonante y una formación para lograr reacciones… lo interesante es que ellos lo veían como acciones.

Se han realizado muchos estudios y se ha formado un nuevo grupo. Los que defienden la teoría de que la genética se puede modificar a través del ambiente. O sea, la cultura cambia la naturaleza.

Estudios de varias décadas en Nueva Zelanda han demostrado como personas menos expuestas a violencia en su infancia tienen su gen MAOA mucho menos activo. Este caballero es responsable indirecto de segregación de neurotransmisores como la serotonina, quien a su vez maneja los estímulos y las agresiones. El resultado es que la personalidad agresiva se suele desarrollar por el ambiente vivido.

Investigaciones en ratas de laboratorio han demostrado también que los jóvenes que son tratados con amor por sus madres son menos propensos al estrés en su edad adulta.

Como vemos, ambos grupos tenían razón. La genética es responsable por la personalidad. La diferencia es que ahora sabemos que ella es moldeable por el ambiente.

Conozco padres que han convertido a sus hijos en peleadores a través de inculcarles agresividad… ya sea para hacer algún deporte o para defenderse de los agresores posibles. Otros han hecho de sus hijos personas con baja autovaloración por haberles eliminado todos los obstáculos de su camino, como explico en mi libro Migomismo II.

¿Te atreves a plantearte el mejor equilibrio para los que guías, y accionar según tu objetivo?

Esta publiación tiene un comentario

  1. Mel

    Excelente! Es tan práctico y enriquecedor lo que escribes… ¡Gracias por compartir!

Deja una respuesta