La Inteligencia Emocional es la capacidad de sentir (recibir una emoción), entender (estar consciente de ese sentimiento), controlar (saber que hacer con ese sentimiento) y modificar el estado de ánimo. Esto con sentimientos propios o ajenos.
Es importante saber que por lo general los sentimientos no se controlan; no se puede reprimir continuamente el sentimiento. Lo que podemos hacer adecuar la expresión emocional a la situación y las personas implicadas.
En cuanto a nuestro temperamento… éste no puede ser modificado por el simple hecho de aumentar o reducir nuestro Coeficiente de Inteligencia Emocional (EQ). Lo que podemos hacer es aprender a controlar nuestras expresiones temperamentales… esto quiere decir que podemos reducir su intensidad, o su duración. O sea, cuando nos enojamos por algún hecho, podemos pensar rápidamente que esa rabia sólo nos afecta a nosotros y de inmediato podemos tratar de olvidar lo sucedido ya que no nos ayuda en nada… es una decisión propia mantenerla o sacarla de nosotros.
Las emociones no se deben reprimir ya que ellas tienden a crecer cuando son guardadas. Lo peor es que una emoción reprimida puede estallar de imprevisto, y por lo regular en el peor de los momentos. Es por eso que la inteligencia emocional nos ayuda a que esto no pase, ya que cuando dominamos nuestras expresiones, podemos trabajar los pensamientos con relación a la situación y de esa manera sacar de raíz los problemas emocionales.
Las emociones son un mecanismo de supervivencia desarrollado durante millones de años como medio mantenernos vivos en momentos peligrosos. En muchos casos, nuestros antepasados pudieron sobrevivir gracias a ese mecanismo. Sin embargo, en la sociedad de hoy, mucho de estos son dañinos. Entonces, en vez de defendernos causan irritación en los demás y terminamos resolviendo situaciones con métodos prehistóricos, como son los gritos, los golpes, las peleas y hasta asesinatos.
Las emociones negativas terminan dañando la parte física de nuestro ser. De hecho, la mayor parte del estrés que tenemos, es estrés emocional. Por eso es que terminamos enfermos, por no poder dominar la causa de las emociones negativas.
Las emociones influyen en casi todas las esferas de nuestra vida; ya vimos la salud, pero también en el aprendizaje, el rendimiento laboral, el deportivo y hasta el artístico. Ya sea para bien o para mal. Es por eso que muchos entrenadores deportivos utilizan la motivación basándose en palabras, y los fanáticos usan canciones para animar a sus equipos.
Recordemos que la inteligencia emocional debemos construirla en dos principales vertientes; la primera es el conocimiento de nosotros mismos o “inteligencia intrapersonal”, y el conocimiento de los demás, o “inteligencia interpersonal”.
Debemos trabajar en controlar la reacción a nuestras emociones; todos podemos hacer esto, sino piense si reacciona igual cuando su jefe le llama la atención, o cuando lo hace su pareja o un buen amigo. Nuestra reacción es diferente según la jerarquía, eso quiere decir que la inteligencia la tenemos, pero no siempre la aplicamos.
Al igual nos pasa con relación a la interacción con personas; si queremos conquistar a alguien, conseguir un trabajo o ganar un cliente, solemos comportarnos con cierta empatía, pero en otras ocasiones no.
Claro está que no todos tenemos la misma facilidad para cada una de las inteligencias, pero lo que si es cierto es que las podemos desarrollar… con la Inteligencia Emocional no se nace, ella se hace.
FRASE DE LA SEMANA
“El instinto dicta el deber y la inteligencia da pretextos para eludirlo”.
Marcel Proust
(1871-1922) Escritor francés.