ME ROBARON A TRAVÉS DE MI MÓVIL

ME ROBARON A TRAVÉS DE MI MÓVIL
Insípidas adivinanzas me invadían una vez al día mi teléfono portátil. Sin permiso ni aviso se infiltraban. Me molestaba, pero por el poco tiempo que tengo en mis viajes a mi Isla Maravillosa no me dispuse a ir a la operadora francesa a pedir que impidieran la llegada de dichos molestosos mensajes.
Las cosas mejoraron cuando recibí un mensaje que decía: “Bienvenido a la suscripción Consejos Financieros. Diariamente recibirás tu contenido. Costo RD$10 por día…” Se me encendieron varias lamparitas: Alerta por los anteriores mensajes que venía recibiendo (¿Me estarían cobrando también?);  y la que me ponía rojo de rabia por la injusticia de que tenía que pagar por algo que no había solicitado.
Desde que pude me dirigí a la empresa que ya no es francesa y me dijeron que podía pedir la baja del servicio, pero que no podían hacer nada para devolverme lo del hurto. Que pasara por la central para ver si se podía hacer algo. Además, del servicio de las aburridas adivinanzas no me podían decir absolutamente nada, ni siquiera si me cobraban, y si lo hacían, cómo evitar que siguieran haciéndolo.
Puse mi EQ (Coeficiente de Inteligencia Emocional) al máximo para dirigirme a una oficina oficial de la enorme empresa que hasta ese momento me hacía sentir usurpado. Traté de no llenarme de prejuicios y darles la oportunidad de aclararme los casos y devolverme el dinero sustraído sin ningún permiso.
La avenida Churchill me quedó de frente y la empresa me brindó su estacionamiento. Una incómoda espera culminó con un llamado robótico a uno de los puestos. La joven me atendió amablemente y me explicó que yo había respondido a los mensajes de suscripción, que ellos no hacen eso de ponerle servicios al cliente sin su permiso. En otras palabras me dijo MENTIROSO. Controlé mi reacción al insulto con el método que desarrollo en mi libro Migomismo y seguí adelante.
Le solicité amablemente que me demostrara que lo había hecho. Me explicó que no puede. Tampoco puede quitarme el servicio. No tenía opciones, sólo seguir pagando… Eso pensó la empresa… A mí me roban hasta que me dé cuenta. Mi línea fue cancelada de inmediato y solicité mi portabilidad numérica a otra empresa de mi elección… “El poder lo tiene el cliente”.
¿Por qué en mi país todo cuesta tanto? En dinero, en tiempo y en esfuerzos. Quizá alguna institución hace que me devuelvan el dinero, pero eso no es importante para mí, quiero que todos a una no dejemos que estas cosas llenen las arcas de empresas sin nuestro permiso. De diez en diez, esas empresas logran extraordinarias ganancias. Si les compramos, es su derecho, pero si no les autorizamos eso tiene su nombre y muchos sinónimos en el diccionario de la Real Academia Española.
La gente me reitera que no hay suficiente dinero para ahorrar, para crear capital, para lograr cosas que nos mejoren nuestra calidad de vida. Si nos pueden quitar pequeñas partes por aquí y por allá de nuestros ingresos, es hora de usar esas partidas en mejores cosas que regalarlo, sin nuestro permiso, a gigantes que no lo necesitan.
Podemos echarlo en una alcancía, luego llevarlo al banco, convertirlo más tarde en un Certificado Financiero o quizá incrementar nuestra inversión en el fondo de pensiones para tener una vida digna al final de nuestra etapa productiva.
FRASE DE LA SEMANA
“El dinero que me quieren quitar prefiero ahorrarlo y convertirlo en bienestar para cuando sea anciano.”
Diego A. Sosa
Consultor, Conferencista, Coach y Escritor

Deja una respuesta