Las películas y documentales nos pintan psicópatas no muy comunes… la mayor parte de las personas con este trastorno no comete delitos. ¿Cómo son? Tienen facilidad en mentir, manipular y engañar para conseguir sus objetivos, pudiendo sentir poco o ningún remordimiento. ¿Hay psicópatas dirigiendo empresas?
Vamos por partes, como decía Jack, el Destripador. Si una persona es capaz de no sentir remordimiento por el dolor (físico o psicológico) de sus semejantes, ¿entra en el perfil de malvado? Y si además ese dolor es causado por él, ¿podríamos considerarlo psicópata?
Cuando somos emprendedores sacrificamos muchas cosas en aras de lograr nuestros objetivos: Las relaciones con amigos, con la pareja, con la familia y hasta con los hijos. Todo con la meta de un día lograr una excelente calidad de vida propia y para los nuestros. Es un gran sacrificio personal que busca igual recompensa.
Lo malo es cuando nos convertimos en perseguidores empedernidos de ese bienestar… No identificamos lo que realmente perseguimos y tendemos a desmejorar nuestra vida y la de los nuestros.
Pasan los años y la empresa crece: ¿Le exigimos lo mismo a nuestros colaboradores? Buscando una empresa mayor y con más ganancias apretamos al máximo a los que han hecho que nuestro sueño sea una realidad, a los empleados. ¿Dónde está el equilibrio? Yo lo veo en una buena calidad de vida para todos, no sólo para los que reciben los beneficios finales.
Paso a las grandes empresas, las que su dueño es una figura casi imaginaria o un grupo de empresarios o empresas. Los dirigentes proponen resultados extraordinarios y todos contentos: ¿Quién será el responsable de lograrlos? Los empleados, claro está.
Los dirigentes recibirán grandes bonificaciones si cumplen con sus metas, pero (porque siempre hay un pero) los colaboradores tendrán que pasar más tiempo en la empresa, menos tiempo con los suyos, la remuneración no crece porque eso aumentaría los costos, metas extraordinarias impedirán a los que tienen ingresos variables que puedan cobrar adecuadamente, etc. Todo termina destruyendo la calidad de vida de las abejas que construyen esos grandes beneficios que la empresa muestra a sus accionistas al cierre del año. Algunos recibirán grandes bonos y la mayoría conseguirá más presiones y metas más altas para el año que sigue.
Cuando los dirigentes buscan mayores beneficios para ellos pueden terminar imprimiendo un enorme dolor en las personas que hacen posible que esos beneficios sean alcanzados: No poder disfrutar de una vida familiar reconfortante, vivir con un estrés extraordinario, temer ser despedido en cualquier momento, tener un ciclo de sueño por debajo de lo recomendado y muy superficial, abandonar sus objetivos personales por no tener tiempo para perseguirlos o vivirlos, etc.
El dolor infringido en los dirigidos no es sentido por los dirigentes, ni tomado en cuenta, ni mucho menos reconocido como tal… casi siento que disfrutan sin saber lo que están causando porque no quiero pensar que lo hacen sabiendo lo que provocan en tantas personas. Es como si hacer sentir en otros la presión que ellos tienen los liberara un poco de la misma. Sólo podría compararlo con el experimento realizado en la universidad de Stanford (lo trataré en una próxima columna).
El dinero es importante, pero la superabundancia en algunos está empeorando la vida para muchos. Echar los colaboradores a la calle cuando no se consiguen resultados superextraordinarios no es lo que llamaría una conciencia de humanos sanos.
FRASE DE LA SEMANA
“Mientras más son los beneficiados por los objetivos es mucho mejor.”
Diego A. Sosa
Consultor, Coach, Conferencista y Escritor