–¿Temes quedarte fuera? –le pregunté a una compañera en medio de una reunión de viejos amigos.
–¿Cómo? –me respondió algo desubicada.
La vi consultar su teléfono inteligente en repetidas ocasiones con una frecuencia que me aterrorizaba. Miré hacia su compañero; lo apretó con las dos manos, bajó la cabeza y dejó escapar una sonrisa nerviosa antes de responderme.
–Es solo que unas amigas pusieron algo en Facebook. Se reunieron hoy, precisamente que teníamos este encuentro que hace tanto no hacíamos.
A pesar de tener varios años sin vernos me confió que su relación con su amiguito era muy importante y que había llegado a preguntarse qué pasaría si un día no lo tuviese.
–Él me ayuda a estar cerca de tanta gente, nunca me siento sola.
La relación con los demás es cada día más importante y más fácil de lograr. Ya no nos quedamos fuera de reuniones por más lejos que estemos.
La pregunta que nos hacemos es si más es mejor. En una era que adolecemos de no tener suficiente tiempo no entiendo cómo darle prioridad a eventos que no puedo estar ante los que decido estar. Y no me refiero solo a reuniones de viejos compañeros o de amigos del trabajo. Ver lo que puso alguien en un muro o replicar el tema que se ha hecho viral es también un evento. Sienten que están fuera de la sociedad si no son parte activa (virtualmente) de lo que está sucediendo.
El miedo a estarse perdiendo algo ha sido expresado por una gran parte de las personas que han sido declaradas con adicción a las redes sociales. La dopamina liberada en el flujo sanguíneo pasa a ser una sustancia peligrosa si está todo el tiempo circulando. Una vez se recoge suele hacer falta.
Como todas las adicciones la solución cuando sentimos el momento de baja es buscar lo que la sube. Pero nuestra nueva meseta es mucho más arriba que lo normal, o sea, que cuando no tenemos dopamina rodando. Nuestro estado sin ella puede convertirse en ansiedad.
La red de los videos de corta duración ha sido catalogada como la que más produce este efecto. Estar en tiempo real en los eventos es para muchos el estado natural. Debemos cuidar a nuestros jóvenes, para ellos es lo normal. Si llegan a tener tendencias depresivas puede ser muy peligroso.
POR: Diego Sosa